Callahuanca: Diversión en la hermosa tierra de la chirimoya
(Duración: 1 día)
Conocida como la tierra de la Chirimoya, Callahuanca es un lugar apacible y pintoresco que se encuentra rodeado de bellos paisajes naturales, también destaca por su exquisita gastronomía y por la calidez de su gente.
Este viaje lo hicimos en 2 ocasiones, la primera vez fue con la familia en abril y la segunda con un grupo de amigos en octubre del mismo año. Fueron 2 experiencias totalmente distintas y les contaré sobre cada una.
Cosas que no te deben faltar en tu viaje a Callahuanca
- Bloqueador y repelente.
- Si deseas realizar la caminata necesitarás unas buenas zapatillas y una mochila provista con bastante agua.
- Opcionalmente te recomendaría bastones para trekking.
- La altura no debería ser un problema debido a que Callahuanca no sobrepasa los 1800 m.s.n.m., pero no está demás tomar las previsiones del caso. Haz click aquí, para conocer algunos consejos de como prevenir el mal de altura.
¿Cómo llegar a Callahuanca?
Se puede llegar en un automóvil cualquiera, el camino está totalmente asfaltado. En la mayor parte de la ruta encontrarás grifos, pero al ser un viaje corto con el tanque lleno basta para ir y volver. Lo recomendable es salir lo más temprano posible para evitar el tráfico de la carretera central.
Partimos y nos dirigimos hacia la autopista Ramiro Prialé (peaje S/.5 soles), a la altura de Huachipa ingresamos a la carretera central. Dejamos atrás Chaclacayo, Chosica y en Ricardo Palma seguimos por el desvío hacia Santa Eulalia. Media hora después llegamos al inicio de la vía hacia Callahuanca que se bifurca en 2 caminos, por ambos se puede llegar, pero el de la derecha (por la hidroeléctrica) es el más directo y está asfaltado. En este punto el paisaje se va poniendo mucho más bello y mejora conforme vamos subiendo. Luego de 20 minutos llegamos al pueblo de Callahuanca. A continuación el mapa de la ruta:
Primer viaje – festival de la chirimoya
En esta ocasión llegamos a Callahuanca un domingo 23 de abril, justo cuando se celebraba el festival de la chirimoya que es su fruto más importante y característico. El pueblo estaba abarrotado de gente y la celebración se centraba en el estadio con un gran escenario en donde se presentaban danzas tradicionales y grupos musicales; a los alrededores una gran feria gastronómica con comida típica para todos los gustos. Una fiesta completa que recomendamos disfrutar.
En nuestro caso paseamos por el pueblo y disfrutamos de algunos postres de la feria, pero por la hora ya todos los lugares para almorzar estaban llenos. Felizmente la gente del pueblo aprovechando la gran concurrencia había improvisado pequeños restaurantes en sus propias casas; almorzamos en una de ellas y en realidad no tenían nada que envidiarle a un buen restaurante, yo quedé muy satisfecho con un delicioso arroz con pato.
Debido a la gran aglomeración de gente y que estábamos con personas mayores y niños no pudimos hacer la ruta a la piscigranja. Se puede llegar en carro hasta cierto punto por una trocha y así lo hicimos, pero el tramo más largo y complicado se tiene que hacer necesariamente a pie. Casi a las 5 de la tarde decidimos tomar el camino de regreso a casa, con esto finalizó nuestro primer viaje.
Segundo viaje – caminata a la piscigranja
En este segundo viaje las cosas fueron muy diferentes, llegamos un día de semana cualquiera y en comparación con la vez anterior parecía que entrabamos a un pueblo fantasma. Sin embargo, eso era lo que en realidad buscábamos, disfrutar de la paz y tranquilidad de la naturaleza. El gran problema fue que no había ningún lugar abierto para comer, ¡ni siquiera para comprar una chirimoya!. Felizmente habíamos venido preparados para la caminata y traíamos un poco de comida enlatada.
No perdimos mucho tiempo y enrumbamos a pie hacia la piscigranja. Atravesando el pueblo encontramos la trocha para bajar al río. Un kilómetro después está el desvió peatonal hacia la piscigranja, es un recorrido un tanto exigente y bastante accidentado pero está bien señalizado, incluso se han improvisado miradores y zonas de descanso. La vista en todo el trayecto es espectacular. Después de una hora llegamos a la entrada de la piscigranja, el ingreso cuesta 5 soles por persona. Al terminar su visita deben volver por donde vinieron, no hay otra ruta, pero la belleza del paisaje y el contacto con la naturaleza hacen que valga la pena todo el esfuerzo.
Regresamos al pueblo y volvimos al camino para bajar al río, pero esta vez en el carro. Después de recorrer aproximadamente 2 kilómetros cruzamos un puente y nos encontramos con un pequeño pueblo llamado San Jerónimo de Punán. Paramos allí y bajamos al río para descansar un poco y refrescarnos en sus aguas.
Finalmente tomamos el camino que se encuentra por ese lado del río para volver a casa, éste no pasa por el pueblo de Callahuanca y llega hasta la bifurcación que mencionamos al inicio. Es sólo trocha, pero la vista es maravillosa, pudiendo apreciarse desde lo alto al pueblo de Callahuanca y la central hidroeléctrica.
Toda la información que encontrarás en este blog es puramente mi experiencia personal de viajero, no tengo ningún vínculo o relación comercial con ningún lugar visitado.